Seccion:
Tradiciones Folklore y Valores de Venezuela
Música
Entre las numerosas instituciones oficiales y privadas que colaboran en
la difusión de la música venezolana a través del disco
mencionaremos entre otras, a aquellas que lo hacen con
regularidad y de acuerdo con un plan trazado de antemano: la
Fundación Mito-Juan Pro Música que en 1970 inició la
edición de la serie jóvenes solistas venezolanos, la
Asociación Vicente Emilio Sojo y el Instituto
Latinoamericano de Investigaciones y Estudios Musicales
Vicente Emilio Sojo. La educación musical se imparte a través
de las escuelas de música dependientes del Ministerio de
Educación, del Consejo Nacional de la Cultura, del
Instituto Venezolano de Música Simón Bolívar, de la
Fundación del Estado para la Orquesta Juvenil de Venezuela
y de numerosas instituciones privadas, entre otras:
Conservatorio Italiano, Colegio Emil Friedman y a nivel
universitario, en la Escuela de Arte de la Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad Central de
Venezuela. A partir de 1970 se multiplican en el país las
posibilidades de actualización de los estudios de composición.
Destacamos: el curso del maestro de origen griego Yannis
Ioannidis, técnicas modernas y contemporáneas
de composición; los cursos dictados en el Instituto
de Fonología por Raúl Delgado Estévez y Servio Tulio Marín;
los dictados en la Escuela de Música José Ángel Lamas por
William Banchs; los que dictaron algunos compositores
extranjeros como Luis Zubillaga, Eduardo Kusnir, Héctor
Tosar y Antonio Mastrogiovanni. En 1983 se constituyó la
Sociedad Venezolana de Educación Musical. Lo relacionado
con el estudio, edición y publicación de la música académica
venezolana se realiza a través de los departamentos
correspondientes de la Fundación Vicente Emilio Sojo. Su órgano
divulgativo es la Revista Musical de Venezuela. En el
Congreso de Musicología realizado en la ciudad de Lima (Perú)
en 1982, se la declaró órgano difusor representativo de la
musicología latinoamericana. El mismo instituto, en 1983,
copatrocinó con la Organización de los Estados Americanos
(OEA), la VI Conferencia Interamericana de Educación
Musical y realizó el Primer Encuentro Latinoamericano de
Compositores, Musicólogos y Críticos. En 1992 se inauguró
el Centro de Documentación e Investigaciones Acústico-Musicales
(CEDIAM) de la UCV.
Los premios de composición existentes en Venezuela en la actualidad son:
Concurso Nacional de Composición; Premio Municipal de Música;
Concurso de Composición de la Universidad Simón Bolívar;
Premio Bianual de Composición Musical Inocente Carreño,
organizado por el Instituto Latinoamericano de
Investigaciones y Estudios Musicales Vicente Emilio Sojo. En
cuanto a los concursos para intérpretes se destacan:
Latinoamericano de Canto Carmen Teresa de Hurtado;
Latinoamericano de Piano Teresa Carreño; Internacional de
Guitarra Alirio Díaz, todos organizados por el Instituto
Latinoamericano de Investigaciones y Estudios Musicales
Vicente Emilio Sojo. La lista de intérpretes venezolanos o
extranjeros residentes que triunfan actualmente en el país
y en el extranjero ha venido incrementándose cada vez más. Un
factor decisivo en el impulso y difusión que han alcanzado
las manifestaciones musicales, lo constituye la inauguración
en 1983, del teatro de la Fundación Teresa Carreño. Este
complejo, con sus diversas salas, no sólo permite la
realización simultánea
de diferentes espectáculos,
sino que facilita la concentración de ensayos y
espectáculos afines
entre sí como lo son las orquestas sinfónicas, los
conjuntos de cámara, la
ópera y la danza. Otro aspecto relevante lo constituye la
extensión masiva del gusto por el estudio de las más
diversas actividades relacionadas con la música, aún
de aquellas que carecen de tradición en el país como la
luthería y la musicología. En resumen, las actividades
musicales observan un desarrollo constante, tanto en el
aspecto de la difusión como en el campo de la docencia a
nivel universitario.
Música folklórica
La música de tradición oral en Venezuela es el resultado de un largo y
complejo proceso cuyos principales componentes son los
siguientes: La música hispana: Desde el siglo XVI al XIX la
música y la cultura española trasplantadas ejercen un
predominio casi absoluto, lo cual es fácil
de entender por las siguientes razones: a) El
prestigio de una cultura y el poderío de una nación que en
el siglo XVI fue centro irradiante en Europa y en América;
b) el idioma; c) la poesía tradicional (coplas, romances, décimas)
que constituyen la casi totalidad del acervo folklórico
venezolano, y d) la religión cristiana. La música y danzas
europeas: Desde la Colonia se practicaban en las ciudades.
La música y danzas de origen africano llegaron con los
contingentes de esclavos, aportando una gran riqueza en
giros rítmicos, danzarios y en instrumentos musicales. La música
indígena de los grupos que habitaban y habitan estos
territorios; es quizás
es la que menos influencia tuvo debido a las
prohibiciones que desde los primeros años de la Colonia les
impusieron las autoridades eclesiásticas,
con el fin de evitar sus manifestaciones «paganas».
Es indudable la ascendencia de estos elementos en la música folklórica
venezolana, los que consciente o inconscientemente se ponen
de manifiesto. La localización geográfica
de los grupos humanos pobladores de las distintas
regiones de Venezuela, contribuye a ofrecer un panorama
significativo de la gran diversidad de formas y estilos, que
por razones de transculturación se fueron adaptando. Así
es que en los enclaves españoles, región andina y central,
predomina la música de tradición hispánica;
en las zonas costeras, los ritmos y danzas africanas
y en las zonas selváticas, último reducto de los grupos indígenas, predominan sus
manifestaciones musicales propias.
Música con función religiosa: Velorios: Las tradiciones musicales
hispanas vinculadas con la religión han dado en Venezuela
una forma de polifonía, indudablemente aprendida oralmente
en los cantos de la iglesia y trasmitida también oralmente,
denominados «tonos de velorio». Luis Felipe Ramón y
Rivera expresa: «…son cantos que ejecutan a tres voces y
de acuerdo a maneras diferentes. Los hay, por ejemplo, según
la forma paralela del fabordón, y también, de aspecto
contrapuntístico (...) Se ejecutan «a capella» y también
con acompañamiento de cuatro…» Las estrofas pueden ser décimas
y coplas principalmente. Se cantan en los «velorios de cruz»
que se realizan en mayo, en los «velorios de santo», en
cualquier época del año, y algunas veces en los «velorios
de angelito». Esta ceremonia se realiza frente a un altar
donde se encuentra la cruz adornada con flores y velas
encendidas; también frente a los «calvarios», colinas
vecinas a la población en cuya parte superior se coloca la
cruz, o en las plazas de los pueblos. El canto de los «tonos»
es la manifestación más
importante de este culto a la cruz. Las 3 voces que
intervienen llevan cada una un nombre y proceden de la
siguiente manera: la voz principal «guía» o «alante» o
«prima», inicia el canto y es la encargada de entonar,
sola, las melodías; las otras 2 voces se le unen en las
cadencias. La que canta la parte más
aguda se llama «falsa», «contralto» o «media
falsa»; la voz grave se denomina «tenor» o «tenorete».
Es frecuente que al reunirse las voces en las cadencias
entonen extensos ayes. La fulía es otro canto que se
realiza en los «velorios de cruz de mayo» en la zona de
Barlovento, en el cual son evidentes los giros hispanos y
africanos; el acompañamiento se hace con cuatro, tambora,
charrasca y maracas. Es un canto de estilo responsorial
entonado generalmente por una mujer y un coro integrado por
las personas presentes. Este canto alterno se repite
variando la letra hasta que una persona de las presentes da
la voz de: ¡hasta ahí! Se inicia entonces un recitado de décimas
variadas a cargo de diferentes hombres hasta que otro de los
presentes grita una frase alusiva al recitado, comenzando
entonces el canto de la «fulía». Esta actividad alterna
con otras de carácter
religioso (rezo del rosario, de oraciones, etc.),
durante toda la noche en que se lleva a cabo el «velorio de
cruz». El galerón es otra especie que se canta en
celebración de la «cruz de mayo». Al respecto Ramón y
Rivera dice: «Su melodía y acompañamiento (armonía e
instrumentos) forman parte de un arcaico cancionero
extendido por toda el área
que baña el mar Caribe». Los instrumentos acompañantes
son el bandolín, la guitarra y el cuatro. Estos
instrumentos inician una especie de preludio instrumental y
ejecutan un interludio entre cada décima entonada por
diferentes cantores. Esta décima es casi siempre de temática
«a lo divino» y frecuentemente glosada.
Las fiestas de San Juan y San Pedro son oportunidad de importantes
manifestaciones músico-danzarias en Venezuela,
especialmente en los estados costeros y centrales. Juan
Liscano dice que la devoción de San Juan Bautista y los «bailes
de tambor», están ligados,
en una vasta zona geográfica
de Venezuela, desde la Colonia. Eran fiestas de carácter económico-agrario vinculadas a la cosecha del cacao, cuya
funcionalidad ha decaído en la actualidad, aunque persiste
la fiesta con su «aspecto híbrido mitad cristiano y mitad
africano». Los llamados «bailes de tambor» con los que se
celebra la fiesta, son muchos y se efectúan en el estado
Miranda al son de la «batería de tambores redondos» y de
2 tambores grandes: la «mina» y la «curbata». Fiesta de
San Benito: Otra fiesta en la que se dan muy marcadas las
influencias hispánicas
y africanas, es la de San Benito que se realiza a
fines del mes de diciembre en los estados Falcón, Zulia,
Trujillo y Mérida. En dicha fiesta se realizan procesiones
con la imagen de San Benito; se entonan cantos y se danza al
toque de instrumentos que varían según la región: «tambores
chimbangles» o «chimbángueles»,
en la zona del lago de Maracaibo, y de instrumentos
de cuerda, en las zonas andinas. Fiesta de San Francisco de
Yare: Para la celebración de Corpus Christi en el pueblo de
San Francisco de Yare, en el estado Miranda, especialmente,
pero también en otras regiones de los estados Cojedes, Guárico,
Carabobo, Aragua y Distrito Federal, se celebra el «velorio
del Santísimo Sacramento». Durante la noche alternan los
rezos con el canto de las «fulías»; éstas llevan acompañamiento
de cuatro, charrasca, tambora y maracas y además
se recitan décimas. Al día siguiente el grupo de «diablos
danzantes», baila al compás
del «redoblante», del repique de las campanas de la
iglesia y de las maracas.
Fiesta de San Antonio: San Antonio es celebrado en el estado Lara el 13
de junio con el baile del «tamunangue», integrado por 7
danzas, especie de suite, que se ejecutan al son del cuatro,
cinco, tambor «cumaco», palos y maracas. Las partes son
todas cantadas por los músicos a solo o a dúo. Antes del
baile o a su final, según las circunstancias religiosas o
festivas, se canta la Salve cuya música es de origen
religioso-popular y se entona a dos voces; luego los Gozos
de San Antonio también a dúo; continúa el «tono», también
a dos voces. Le sigue el «golpe» que se canta a dúo: la
cuarteta y el estribillo lo cantan cada uno en forma
alterna. A continuación, la danza se inicia con el juego de
palos denominado «batalla» y seguidamente se ejecutan las
danzas que llevan los nombres de: La bella, El yeyevamos, La
juruminga, La perrendenga, El poco a poco, El seis figuriao
y El galerón. En esta expresión músico-coreográfica
se mezclan el ritmo de tambor, los palos que golpean
el tambor, la alternancia de solista y coro, las danzas de
origen africano, con las melodías de los cordófonos de carácter
europeo, como la mayoría de sus estrofas.
La música y las danzas folklóricas están íntimamente ligadas a funciones religiosas, aunque con el
correr del tiempo, esta función es sustituida por la de
diversión y recreación. Así sucede con gran parte de
manifestaciones que tuvieron un origen vinculado a
conmemoraciones religiosas o sagradas, como La llora en La
Victoria en el estado Aragua, en conmemoración del día de
los muertos. Esta consistía en una serie de danzas con música
propia en la que intervenían los instrumentos: contrabajo,
bandolín, guitarra, cuatro, maracas y «carángano».
Las turas, celebración de carácter
indígena relacionada con el cultivo del maíz, tiene
lugar en el estado Falcón, el 24 de septiembre. Su música
es ejecutada por instrumentos indígenas: dos flautas
llamadas «tura macho» y «tura hembra», 2 silbatos de cráneo
de venado y una maraca. Guarda sus caracteres
musicales y coreográficos
indígenas, emparentada «…en forma directa con los
bailes que fueron comunes al
área del Caribe…», dice Miguel Acosta Saignes.
La música en función religiosa es muy abundante en Venezuela y es
imposible señalar, en tan breve espacio, las múltiples
formas y estilos adoptados para celebrar un santo en
especial o las modalidades que esas formas adquieren en las
diversas regiones en que se producen. Festejos navideños:
La música y los cantos acompañan las fiestas navideñas
que en Venezuela tradicionalmente se extienden desde el 16
de diciembre hasta la fiesta de la Virgen de la Candelaria,
el 2 de febrero. Los «aguinaldos», descendientes de los más
antiguos cantares tradicionales españoles
conservados: los villancicos de los siglos XV a XVII (canción
de villano o labriego), presentan un esquema menos
complicado. Adoptan la forma de un romancillo de 6 sílabas
y a veces se reducen a la forma de una cuarteta, la que al
repetirse constituye el estribillo. Estos cantos
tradicionales se acompañan con un conjunto instrumental
especial: cuatro, «furruco», tambora, «pandereta», «chineco»
y ocasionalmente violín o bandolín. Los aguinaldos además
se cantan en muchos festejos, entre ellos la «paradura,
robo y búsqueda del Niño», que se celebra en los estados
Táchira, Mérida
y Trujillo; los Pastores de San Joaquín en el estado
Carabobo y los Pastores de San Miguel en el estado Trujillo.
Ramón y Rivera expresa que: «El aguinaldo
venezolano, que es ante todo cantado, acepta sin embargo el
uso de numerosos instrumentos tanto cantantes como acompañantes».
Así por ejemplo, puede formar parte del conjunto
instrumental el violín, el clarinete o el bandolín
(mandolina), y hasta el acordeón como instrumentos
cantantes, los cuales se encargan de los preludios e
interludios, y también de duplicar la melodía del canto si
lo desean. El acompañamiento es sin embargo el aspecto más
rico, pues incluye distintos tipos de idiófonos y
membranófonos tales como la charrasca, el chineco, el triángulo,
un rústico sonajero llamado pandereta (consta de una
tablita a la que se clavan tapitas metálicas
de las que se usan para tapar botellas), y en cuanto
a membranófonos, se utilizan tambores de uno y dos parches,
panderos pequeños y el furruco, membranófono de frotación
del tipo llamado en España zambomba. Por último, sirven de
acompañamiento diversos cordófonos que suministran la
armonía: el cuatro, el cinco (algunas veces la guitarra),
el tiple». Las gaitas son cantos en honor de diversos
santos, son las llamadas gaitas devocionales, que no se
bailan y las gaitas parranderas o gaita zuliana (ya
extendida a gran parte del país) que se bailan y alegran
las fiestas navideñas. En los cantos se produce la
alternancia de una voz solista y un coro formado por hombres
y mujeres. Los instrumentos musicales son: cuatro, maracas,
tambora, charrasca y furruco. El baile es muy simple, en
rueda, alternados hombres y mujeres.
Cantos de trabajo: Acompañan al hombre y a la mujer venezolanos en sus múltiples
tareas; son un medio de aliviar y distraer el cansancio y la
rutina; hay tanta variedad como trabajos. Los «cantos de
arreo» de ganado son entonados por el «cabrestero» para
apaciguar el ganado; con igual finalidad el peón que
realiza el ordeño canta sus coplas y llama las vacas una a
una cantando; en el trapiche el encargado de meter la caña
entre las ruedas también canta coplas. Las lavanderas
entonaban cantos, así como los recolectores de café
mientras recogían de las ramas el fruto; las mujeres que
pilaban el maíz tenían cantos especiales para esta faena
que se realizaba por lo general entre 2, y también los
pregoneros callejeros tenían sus tonadas. Muchos de estos
cantos ya han desaparecido y otros están
en vías de extinción por causa de la transformación
económico-laboral.
Canciones infantiles y de arrullo: Las canciones de arrullo, rondas y
juegos infantiles en gran parte no difieren de las de otras
regiones de Hispanoamérica, por las razones ya señaladas
al principio de este breve panorama. El repertorio de
canciones de arrullo y de rondas con romance, o con otras
formas estróficas, introducidas en Venezuela desde el siglo
XVI, es muy abundante. Entre las muchas canciones de arrullo
hay una que se canta desde Falcón hasta el Distrito
Federal, estados centrales y diversos de oriente, que
coincide con la melodía de Gloria al bravo pueblo y cuyos
versos dicen: «Este niño quiere/ que lo duerma yo;/ que lo
duerma su madre/ que fue que lo encargó». Como bien se
pregunta Ramón y Rivera: «¿Tomó el autor de nuestro
Himno Nacional el tema de los primeros compases de dicho
himno, de la tradición nacional?» Los juegos infantiles en
que niñas y niños en corro palmotean, cantan y bailan
alegremente son muchos: La señorita, Doña Ana, Arroz con
coco, Hilito de oro, Alé limón, Materilerilerón, La
palomita, Los pollos de mi cazuela, Mambrú, Mi gato, La
barca, A la rueda, rueda, etc. Todos ellos pueden presentar
variantes en sus nombres y en el texto según las regiones
del país. En general tienden a desaparecer de la actividad
lúdica de los ciudadanos, pero aún se conservan en los
pueblos y en los campos.
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