Seccion:
Tradiciones Folklore y Valores de Venezuela
Música
Música de entretenimiento. Diversiones: Tanto la lírica popular
religiosa como la profana poseen una gran riqueza rítmica,
melódica y textual que indican un cultivo literario-musical
intenso. Integrando la música que tiene la función de
divertir existen una serie de manifestaciones que se conocen
comúnmente con el nombre de diversiones pascuales. En la
actualidad este tipo de diversiones se va alejando cada vez
más de su contacto con la religión y del período de la Pascua
de Navidad en que corresponde su celebración, para
trasladarse a la fiesta profana del carnaval. En este
estadio intermedio entre lo religioso-popular y lo profano
se ubican las diversiones pascuales de oriente que, a veces,
se celebran en otras regiones de la costa occidental. Sobre
un acompañamiento rítmico del tipo del merengue, a cargo
del cuatro y maracas, se desarrollan melodías fáciles
y pegadizas al oído producidas en el bandolín. A
estos instrumentos se suman a veces, el acordeón, la
tambora, la charrasca y el furruco. En estas diversiones
tienen lugar representaciones animalísticas como en «La
burriquita», «El pájaro
guarandol», «El carite» o representación de
situaciones y trabajos cotidianos como en el baile del «sebucán».
Estos conjuntos forman especies de comparsas
callejeras que cantan y bailan al son de una misma melodía.
El personaje principal de «La burriquita» está
revestido de una armazón con forma de burra y se
mueve y rebuzna como el animal que representa. «El pájaro
guarandol» escenifica la caza de un pájaro y su resurrección por el brujo. «El carite» representa la
faena de la pesca. En el baile del «sebucán»
bailan hombres y mujeres alternados alrededor de uno
de los integrantes que sostiene una vara larga, de la que
penden cintas de colores que los bailarines al girar, tejen
y destejen al compás de la música y de los cantos alusivos. Otra diversión de
este tipo la constituye el llamado «mare-mare» criollo de
clara ascendencia indígena. Se baila y se canta en algunas
zonas de la región oriental del país. En la ejecución de
la música de esta expresión folklórica intervienen las
flautas de carrizo o flautas de Pan («prima», «macho» y
«hembra»), cachos, cuatro, maracas y tambores de 2
parches. Muchas veces se confunde el «mare-mare» criollo
con el indígena. Este último consistía en una danza que
se ejecutaba para conmemorar la muerte de un cacique. Luego
los indígenas le dieron el nombre de «mare» a las flautas
de Pan, terminando por designarse con ese nombre a la música,
al canto y al baile.
El joropo: Es el baile más extendido
en Venezuela y considerado baile nacional; su nombre indica
la reunión donde se baila el joropo e involucra la música,
la poesía y la danza. La música con que se canta y se
baila el joropo se puede agrupar en 4 categorías: el «corrido»,
el «galerón», el «pasaje» y el «golpe». Aunque la música
del «corrido» se ha utilizado preferentemente para relatar
algún suceso a la concurrencia, también se utilizó para
bailar. Esta música tenía la característica de ofrecer
simultáneamente 2
ritmos distintos: mientras la melodía marchaba en compás
binario (2-4), el acompañamiento lo hacía en compás
ternario (3-4). En el corrido intervienen el bandolín,
el cuatro y las maracas. El joropo también utiliza la música
del «galerón», el que se canta en la zona oriental con
acompañamiento de guitarra, cuatro y maracas, reservándose
el bandolín la ejecución de preludios e
interludios. Su característica principal es la libertad con
que se mueve la melodía sobre el acompañamiento. El «pasaje»
comprende 2 formas: el «aragüeño» (estados Aragua,
Miranda y Carabobo) y el «apureño» (estados Apure, Guárico, Portuguesa). Ambos coinciden en la forma de cantar; las
frases son planteadas por el arpa y retomadas luego por la
voz que las desarrolla. En el pasaje aragüeño se emplean
variaciones, contrapunto, abundancia de modulaciones y su
forma es muy libre. El «golpe» es el tipo de música más
sencilla y moderna con que se baila el joropo. Sus
melodías son muy variadas; a veces, mientras canta, el
cantor va modificando la melodía, alargando los temas,
produciéndose entonces lo que se llama «repercusión».
Otra variante la constituyen los golpes larenses, cantados a
2 voces y el golpe practicado en los estados Aragua, Miranda
y Carabobo en el que el cantor repite el mismo tema, pero
variándolo cada vez y añadiéndole «repercusiones» a su gusto, por lo
cual este golpe carece de forma fija. Lo acompañan el arpa
y las maracas que ejecuta el propio cantor. El golpe llamado
«seis» admite el «seis corrido» ejecutado con bandolín
o sin él, con cuatro y maracas; el «seis numerao» y el «seis
por derecho», cuentan con el arpa como principal
instrumento acompañante. Estos últimos participan del «corrido»
y del «golpe». El polo venezolano de raíz hispana se
canta desde Nueva Esparta hasta el estado Falcón y
musicalmente se caracteriza «como una melodía de ocho
compases de libre invención del cantor». Literariamente
ofrece la posibilidad de variados temas amorosos, líricos,
etc. El canto puede ser practicado como un relato referido
por un solo cantor o una «porfía» o disputa entre 2
cantores acerca de un tema planteado. Se acompaña con
cuatro y maracas y a veces con guitarra.
A partir de 1830, el influjo musical antillano comienza a ejercer su
influencia en Venezuela por intermedio de las compañías de
zarzuelas españolas. Ramón y Rivera considera que de todo
el antiguo repertorio divulgado predominaron en nuestro país
3 formas: la canción-habanera, el vals-canción y la canción-aria
(influida por el repertorio operístico italiano). Existe
además una música
relativamente moderna con raíz tradicional como los
merengues, valses y bambucos, que se ubica en una zona
intermedia entre la música folklórica y la música popular
moderna.
Música de origen indígena: Entre los grupos indígenas es donde perdura
la función conmemorativa y simbólica de la música y de
las danzas que acompañan sus ceremonias rituales. En la
actualidad estas manifestaciones están
documentadas y grabadas, pero aún no se han
realizado estudios de análisis
y síntesis, motivo por el cual no hay una bibliografía
adecuada que permita el conocimiento de estos hechos. Sin
embargo, se puede decir que hay una cierta homogeneidad en
el uso de instrumentos musicales en los grupos indígenas
venezolanos que mantienen sus rasgos culturales con mayor
autenticidad. Entre esos instrumentos mencionaremos:
maracas, sonajas, cascabeles y bastones. Trompeta de
caracol, trompeta de corteza de 2 m de largo usada por los
piaroas y los sálivas;
flautas, flautas nasales, pitos de carrizo, flautas
de tibia de venado, mirlitones, clarinetes usados por los
waraos y los goajiros y diversos tipos de tambores.
Instrumentos musicales folklóricos: El cuatro: es considerado el
instrumento nacional. Su nombre deriva del número de
cuerdas que posee y su origen hay que buscarlo en la antigua
familia de pequeñas guitarras españolas. Se lo ejecuta
solo o como instrumento acompañante de la voz y de otros
instrumentos excepto en las baterías de tambores.
Normalmente se lo ejecuta rasgueando las cuerdas, aunque
también se alterna con el punteo. Con el nombre popular de
tambora se designa un membranófono de doble parche y de
caja más larga
que su diámetro que
se ejecuta con las manos y más
comúnmente, con un palo y un mazo. Se construye con
los materiales que abundan en la zona y los parches se
sujetan de diversas maneras (clavados, por tensores sujetos
a un aro, etc.). Se ejecutan en ella ritmos variados y
acompaña, además del
aguinaldo, fulías, canterías, el merengue y el tamunangue.
Charrasca: Es un idiófono de frotación que en Venezuela
recibe múltiples nombres, entre ellos los de «carraca»,
«cacho rayao», «güiro» y «guacharaca». Su
área de dispersión abarca todo el país excepto la
zona andina, donde es muy escaso su uso. Se la construye
indistintamente con madera, caña o metal. El raspador también
es de materiales variados. Aunque se usa principalmente para
acompañar los aguinaldos y las gaitas durante las
navidades, también se emplea con la misma finalidad en
guasas y fulías.
Maracas: Junto con el arpa y el cuatro, las maracas son los instrumentos
más populares
de Venezuela. Se construyen con el fruto del totumo
denominado tapara o totuma. A diferencia de las maracas indígenas,
que suelen ir emplumadas y que se usan individualmente,
igual que en los bailes de origen africano, las maracas
criollas no llevan adornos, se usan por pares, y
generalmente, las toca el mismo cantor. Sirven para acompañar
invariablemente cantos y bailes. En cuanto al aprendizaje y
manera de tocar las maracas, refiere José Antonio Calcaño:
«según explicaciones recogidas en el bajo llano del Guárico,
en el manejo de las maracas hay dos puntos en los que
estriba la mayor dificultad para conseguir maestría como
ejecutante; éstos son: primero, obtener que los capachos no
sigan rodando dentro de la tapara, cuando no deban hacerlo,
es decir: lograr que los capachos den un golpe seco cuando
sea necesario, pues una vez que comienzan a correr resulta
difícil detenerlos. El otro punto difícil es adquirir
soltura y desembarazo en el juego de las muñecas, condición
ésta que es indispensable de todo punto. Cuando se trata de
aprender a tocar maracas, entre nosotros, el discípulo se
sienta frente al maestro, y comienza por apoyar sobre el
muslo todo el antebrazo, empuñando una maraca en cada mano,
y entonces comienza, muy lentamente, a hacerlas sonar
alternativamente, empleando únicamente la muñeca. El golpe
seco se aprende luego, y su aprendizaje comienza por
levantar el antebrazo y descargarlo sobre el muslo; así el
movimiento queda cortado bruscamente, y los capachos se
detienen. Estas prácticas,
que constituyen el fundamento de la técnica de un
buen maraquero, indudablemente se han perpetuado por tradición,
y acaso no sea aventurado suponer que de este mismo modo
comenzaba el piache a iniciar al neófito en el manejo de
las maracas sagradas». Bandolín: Este instrumento en
cuanto a su construcción es una adaptación de la mandolina
napolitana. Su caja tiene forma de pera achatada. Lleva
cuatro órdenes dobles de cuerdas afinadas generalmente por
quintas y se toca con un plectro. Su uso está
muy difundido por todo el país. Batería de tambores
redondos: Esta batería también llamada «culo `e puyas»,
está constituida
por un conjunto de 3 tambores bimembranofónos que se
percuten con un palo y una mano solamente, en la membrana
superior. El ejecutante, de pie, lo coloca inclinado entre
sus piernas, sujetándolo
con los muslos. Se ejecutan en forma simultánea.
«…Tienen variaciones en diámetro
y en longitud para producir sonidos diferentes. Tiene
cada uno dos nombres: el corrío o prima, que es el que
comienza el toque, el cruzao (o medio) y el pujao (macho)…»
Se fabrican de madera muy liviana: lano o balsa. El sistema
de atadura es el de parche con parche mediante «guarales»
que pasan por huecos u ovillos hechos en el mismo borde de
los parches. Es la atadura directa. Para afinar los cueros
se aprietan los «guarales». Estos tambores, sostiene Juan
Liscano, son de origen congolés. Sus toques se realizan en
la zona barloventeña entre el 3 de mayo (día de la Cruz) y
el 24 de septiembre (día de las Mercedes). Mina: El tambor
mina es de origen africano y el más
grande de los usados en Venezuela. Se distingue por
el sistema de amarre de su único parche, y en que por lo
general, para tocarlo lo apoyan sobre dos palos cruzados en
forma de equis. El parche está
sujeto a clavijas de madera que se ajustan con tacos
también de madera. Se ejecuta con un palo y con golpes de
puño de la mano libre. Además,
uno o varios ejecutantes complementan la ejecución
con toques realizados sobre el cuerpo del tambor con un par
de palos que llaman «laures». Durante la fiesta de San
Juan acompaña al llamado «baile de tambor grande».
Curbata: Este membranófono de un solo parche se apoya en el
suelo sobre 3 patas recortadas en el mismo cuerpo inferior
del tambor. Se toca con 2 palos y su membrana suele estar
sujeta por una cuerda a cuñas de madera incrustadas en el
tronco. Junto con el tambor mina forma la «batería de
tambores grandes» y cuando se añaden maracas y canto
integra el llamado «baile de tambor grande». Tambores
chimbángueles: Con
el nombre de «batería de chimbangles» o «batería de
chimbángueles» o
«tambores de San Benito», se conoce en los estados
Trujillo, Mérida y Zulia un conjunto de 6 tambores
tubulares, algo cónicos, de un solo parche que reciben los
siguientes nombres: el que comienza el toque: «arriero» o
«mayor»; «segundo tambor mayor»; «medio golpe»; 2
tambores «media requinta» y «requinta entera». Cada uno
tiene un toque especial y un parche de diferentes pieles de
animales. Los ejecutantes cuelgan los tambores del hombro y
5 de ellos los ejecutan simultáneamente
durante las procesiones en honor a San Benito.
Redoblante: Se llama así a un tambor cilíndrico al que se
le han quitado las cuerdas de resonancia; otras veces se
llama así a un tambor cilíndrico al que se le atan a uno
de los parches unas pequeñas maderas llamadas «almirantes»
para que obren de resonadores. Cinco: Es un instrumento de
cuerda un poco más grande
que el cuatro, de ejecución similar a éste. Su origen
también es español, de la familia de la guitarra. Posee 5
cuerdas de las cuales sólo la cuarta va pareada. Cumaco: Es
un tambor de origen africano fabricado con una sección
bastante grande de un árbol.
Se coloca acostado sobre el suelo y el ejecutante a
horcajadas sobre el tambor, lo percute con ambas manos.
Otros ejecutantes en cuclillas percuten el cuerpo del tambor
con 2 palos. En el estado Lara, con ocasión de la fiesta de
San Antonio para el tamunangue, se utiliza este mismo
instrumento, ahora bajo el nombre de «tamunango». Carángano:
Conocido también con los nombres de «marimba» o «siriaco»,
es un cordófono golpeado con palos y con un resonador
separado del instrumento. Se ha difundido por todo el país
pero con variantes a través del tiempo y de las regiones.
En general, es de una sola cuerda hecha de alambre; también
se emplea una cinta hecha de hoja de palma o de corteza de
bambú. Dicha cuerda se percute con 2 palillos. Las
vibraciones de la cuerda se trasmiten a una vejiga seca de
animal, llena de piedras, o a una totuma llena de granos de
maíz que sostiene y desplaza sobre la cuerda, otra persona.
Puede tener además, caja
de resonancia o no. Turas: Durante la celebración de la
cosecha del maíz en el estado Falcón, los descendientes de
los ayomanes y de los jiraharas realizan el ritual de la
tura. Los instrumentos utilizados en este ritual son:
silbatos hechos con cráneos
de venados, maracas y flautas denominadas «turas»,
pertenecientes a la familia de las quenas. Se ejecutan en 2
pares de tamaño diferente y distinto número de orificios.
Existen las turas grandes hembra y macho y las turas chicas
macho y hembra. Furruco: Es un membranófono de frotación,
de dispersión universal, cuyo nombre varía de acuerdo con
la región. El usado en Venezuela nos llegó a través de
España y su empleo responde a costumbres exclusivamente
europeas. Su construcción admite variantes según la época
y las regiones, pero esencialmente es un instrumento de una
sola membrana a la cual se ajusta por variados
procedimientos una vara o «verada». Al deslizar el
ejecutante su mano friccionando la varilla cubierta de cera,
esta ofrece resistencia y se origina una vibración que es
trasmitida al parche, lo cual produce la sonoridad que
caracteriza a este instrumento. Pandereta: Se conoce también
con el nombre de «pandero». Fueron muy usadas por las
mujeres en los países semíticos para acompañarse en el
canto y la danza. A Venezuela llegó a través de España y
se diferencia únicamente en el modo de ejecución. Aquí,
el pueblo suele untar «…el centro del parche con cera
negra y se toca friccionando este lugar con el dedo medio…»
Solamente «…al terminar el canto los músicos suelen
sacudirlo para pedir el aguinaldo…» También se conoce
con el nombre de pandereta una especie de sonajero muy
simple construido con una tabla a la cual se sujetan
mediante clavos tapas metálicas
achatadas de botellas. Chineco: Es un instrumento
clasificado como idiófono de golpe indirecto proveniente
del Asia Central. Se desconoce cuándo
pasó a América. Su dispersión original abarcaba
desde China hasta Turquía. Los altos dignatarios de este país
en Europa lo usaron como insignia, de ahí el agregado de la
media luna a otros adornos y a cascabeles y sonajeros de
metal de diversos tipos, sujetos en el extremo superior de
una vara larga. Al golpear la vara contra el suelo, aquéllos
suenan y al mismo tiempo la vara marca el compás.
Arpa: Llega a América junto con los colonizadores y viene precedida de
un alto reconocimiento tanto en las esferas palaciegas como
en el ámbito
popular. En Venezuela, desde el siglo XVII aparece abundante
documentación referida a la introducción de arpas. Tanto
el arpa cultivada en Europa como la que llega a América, y
se mantiene en uso actualmente a nivel popular, es un modelo
similar al que se venía usando desde el período medieval,
esto es, el arpa pequeña, diatónica. En Venezuela, el arpa
se ha consustanciado con la música y el baile del joropo
hasta tal punto que: «En los llanos, invitar a un joropo
equivale a invitar a una fiesta en que habrá
música de arpa y maracas, de lo contrario no se
llama joropo, sino baile». Las arpas practicadas en
Venezuela reciben 2 denominaciones, en atención al número
de cuerdas y al material de que están
hechas, a la forma de la caja de resonancia y a la
disposición de las clavijas que se utilizan para tensar las
cuerdas. El número de ellas oscila entre 30 y 37.
Atendiendo a esas características y a la zona donde se
cultivan se las conoce con los nombres respectivos de arpa
mirandina o arpa tuyera y arpa apureña. El arpa mirandina o
tuyera se cultiva en los estados centrales. Su caja de
resonancia es más ancha
que la del arpa llanera y las cuerdas, que le dan un sonido
característico, son de materiales diferentes: metal, tripa
y material sintético. Las clavijas están
colocadas en una sola línea. En cambio el arpa
llanera que se utiliza principalmente en los estados Guárico,
Barinas y Apure es de caja de resonancia angosta, las
clavijas están colocadas
en doble línea y las cuerdas son de tripa y material sintético.
Los «arpistas» venezolanos afinan el arpa hasta de 6
maneras diferentes; algunos la afinan simultáneamente
en el tono y su relativo y otros en 2 tonos. Las
modulaciones a la quinta superior o al relativo menor la
logran pisando con la uña del pulgar de la mano izquierda
la parte superior de la cuerda próxima a la clavija. El
arpa acompaña al cantor y también se utiliza como
instrumento solista acompañado de maracas. El arpa
venezolana tiene una técnica de ejecución diferente a la
utilizada en otros países de América y se destaca por el
punteo que se hace de las melodías con su acompañamiento,
logrando así una ejecución parecida a la del clave.
Instituciones
Instituto Nacional de Folklore (INAF): Por iniciativa de Juan Liscano fue
creado el Servicio de Investigaciones Folklóricas
Nacionales, el 30 de octubre de 1946 y adscrito a la Dirección
de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación. Se
inició con la organización de los archivos musicales, con
la colaboración de la musicóloga Isabel Aretz y del
profesor Luis Felipe Ramón y Rivera. Desde sus comienzos
tuvo destacados colaboradores como: Miguel Acosta Saignes,
Alejo Carpentier, Juan Pablo Sojo, Walter Dupouy, Rafael
Olivares Figueroa y Smith Thompson. En los Archivos de
Folklore General, el servicio contó con importantes
colecciones donadas por Rafael Olivares Figueroa, Juan Pablo
Sojo, Luis A. Domínguez y Juan Liscano, entre otros. Poco
tiempo después se dio comienzo a la creación de una
colección de «folklore material» (trajes, artesanías,
instrumentos musicales) al tiempo que se inicia la publicación
de la Revista Venezolana de Folklore. Durante el período
1948-1949 tiene lugar la creación y desarrollo de la sección
de Aplicación del Folklore a la Escuela: enseñanza de música
y bailes folklóricos en la sede del servicio. En 1953 cambió
su denominación por Instituto de Folklore. Aparecen las
primeras ediciones del Boletín del Instituto de Folklore
que se editó durante las décadas de 1950 y 1960. En 1965
cambió nuevamente su denominación por Instituto Nacional
de Folklore y se adscribió al Instituto Nacional de Cultura
y Bellas Artes (INCIBA). En 1971 inicia sus actividades el
Centro de Formación Técnica con el fin de impartir enseñanza
a nivel profesional en las ramas teóricas y prácticas
de carácter nacional.
Se organizó en 4 unidades denominadas: Unidad de
Investigación, Unidad Docente, Unidad de Información y
Relaciones Institucionales y Unidad Audiovisual. Entre los
programas que se pusieron en marcha a partir de 1978 se
destacan: el proyecto Diagnóstico del estado actual del
folklore en Venezuela; el programa de creación de «unidades
regionales de estudio y recopilación del folklore»; y
numerosas investigaciones de carácter
individual realizadas por investigadores al servicio
de la unidad. A través de convenios el INAF ha creado
archivos regionales en la Universidad de Oriente y en la
Universidad de Los Andes; inició un trabajo
interdisciplinario para indagar «quién es el hombre de
Barlovento», en colaboración con la Universidad Central de
Venezuela y el Taller Libre de Arte de Barlovento. En 1982
se concluyó el documental El compadre Antonio y una selección
audiovisual de la «Paradura, robo y búsqueda del Niño»;
se publicaron entre otros los siguientes trabajos: El cuento
folklórico en Venezuela; Diablos danzantes de Venezuela; se
inició la publicación de una serie bibliográfica
sobre folklore venezolano. En 1983 se editó el
álbum con 4 discos Música popular tradicional de
Venezuela, se inició la publicación de la colección
Dimensión Cultural de la Sociedad del Boletín del INAF
(tercera época) y se presentó una cuádruple
exposición sobre el folklore venezolano y los
estudios que se llevaron a cabo en relación con esas
manifestaciones.
Museo Nacional del Folklore: Fue creado por resolución de la presidencia
del INCIBA en noviembre de 1972. Tiene su origen en
colecciones organizadas por el Servicio de Investigaciones
Folklóricas del Ministerio de Educación en 1947 y luego,
por el Instituto Nacional de Folklore. Sus objetivos
principales son: la conservación e incremento de los bienes
que constituyen su patrimonio; el estudio sistemático
de los testimonios de la tradición popular
venezolana; la exhibición de sus colecciones y realización
de actividades que difundan la cultura popular tradicional;
desarrollar actividades divulgativas y de asesorías a
instituciones y especialmente a centros educacionales y de
trabajadores, y en general a todo el público.
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