Seccion:
Tradiciones Folklore y Valores de Venezuela
Poblamiento
En
Tierra Firme, la ocupación del espacio geográfico
por los españoles la inició Alonso de Ojeda con la
fundación en 1502 del caserío de Santa Cruz. Este
asentamiento, que se ha supuesto establecido junto a la
laguna de Cosinetas, en la pequeña bahía de Los
Castilletes, como base para «…desde allí ir a
descubrir…», no tuvo influencia alguna en la formación
del hábitat venezolano
porque desapareció antes de cumplir 6 meses. Después de
haber fracasado el intento poblador de Ojeda en 1502,
transcurrieron más de
20 años sin que los europeos levantaran pueblos en las
tierras no insulares de Venezuela. Los ensayos colonizadores
de los misioneros dominicos y franciscanos en las costas de
Cumaná antes
de 1525, concluyeron sin dejar muestra de algún
establecimiento permanente. Es sólo en 1527, con la fundación
de Coro, cuando se implanta el núcleo que sirvió de base
para impulsar el poblamiento del territorio continental
venezolano. No constituyó Coro un asentamiento muy
vigoroso, pues durante mucho tiempo funcionó como un centro
para comprar o capturar esclavos y para rescatar con los
indios oro y perlas por fruslerías de Castilla. El
arrendamiento de la provincia de Venezuela a los Welser
influyó mucho para que Coro no se hubiese convertido en un
foco poblador de gran actividad. Los alemanes no ocultaron
el afán mercantilista
por el oro y la plata que prevaleció en diversos países
europeos en los siglos XVI y XVII, haciendo de Coro, entre
1528 y 1548, el punto de partida de las operaciones que
efectuaban para esclavizar aborígenes y recolectar
minerales. Por eso cuando en 1549 llegó a esa ciudad el
obispo Miguel Jerónimo Ballesteros, la encontró «…con
40 vecinos, más o
menos, muy pobres y algunos enfermos…» Coro dejó salir
con todo una fuerza demográfica inicial que, aunque muy débil, logró crear una base firme
para la expansión del hábitat
permanente del interior, con la fundación de El
Tocuyo en 1545. El Tocuyo inauguró la fase de la
estructuración definitiva de la red de asentamientos
estables en Venezuela. Tal hecho resultó del aprecio que
fue ganando el trabajo de la tierra entre los españoles
ante el derrumbe de la ilusión minera. La búsqueda de la
riqueza fácil no
desapareció del todo en el siglo XVI, pero dejó de ser un
obstáculo para
que emergieran pueblos, villas y ciudades en la amplia
geografía venezolana. Empezóse desde entonces a satisfacer
la intención pobladora que siempre existió en los monarcas
hispanos. La provincia de Caracas comenzó rápidamente
a cubrirse de núcleos permanentes. De El Tocuyo salían
vecinos a fundar pueblos en las comarcas cercanas y
surgieron antes de 1555, Borburata (1549), Barquisimeto
(1552) y Valencia (1553-1555). A medida que se aclimataban
los cultivos exóticos y se perfeccionaban los autóctonos,
se ensanchaba la energía pobladora hacia nuevas zonas. La
cadena de establecimientos se extendió por todo el arco
costero-montañoso, a la zaga, por lo general, de las aldeas
agrícolas indígenas. No se buscaba ya la tierra para
satisfacer codicias transitorias, sino para asegurar el
sustento permanente. Los valles costaneros y las mesetas
andinas sintieron el impulso de las fundaciones hispánicas.
Por eso al finalizar el siglo XVI había surgido la
mayoría de las ciudades que serían muy significativas en
la vida económica y social de Venezuela. Además
de Coro, El Tocuyo, Barquisimeto, San Felipe y
Valencia, se levantaron Trujillo (1557), Mérida (1558), San
Cristóbal (1561), Cumaná
(1562), Caracas (1567), Carora (1569), Maracaibo
(1569), La Grita (1576), Barinas (1577), San Sebastián
de los Reyes (1585), Guanare (1591) y Boconó (1592).
Todos esos núcleos y otros más
de menor importancia, hallábanse
situados en los lugares que siempre prefirieron los
habitantes precolombinos. Fuera de la zona costero-montañosa
no se detuvieron los conquistadores en aquella centuria para
dejar asientos perdurables. Sólo Santo Tomé de Guayana
(1595) constituyó una excepción importante.
El
poblamiento europeo del siglo XVI no tuvo mayor significación
cuantitativa, ya que las ciudades eran simples caseríos con
muy pocos españoles. Ninguno de esos asentamientos sobrepasó
al final de esa centuria los 2.000 h. Las localidades más
pobladas cuando ya se había iniciado el siglo XVII,
contaban entre 60 y 150 vecinos o cabezas de familia, como Mérida
(150 vecinos), Trujillo (más
de 100), Caracas (100), Barquisimeto (60), Coro (60)
y Maracaibo (60). Los indios encomendados, que generalmente
se ubicaban bastante lejos de las ciudades, comunicaron
mayor realce a las magnitudes de este hábitat.
Comenzó a ser también notoria en este período la
cobertura demográfica de indígenas y negros que, por no someterse al dominio de
los blancos, formaron en las pendientes de las montañas y
en los bosques caseríos dispersos clandestinos. Las
fundaciones hispanas impusieron, no obstante, la necesidad
de la agrupación estable. En esos centros poblados se
resumió la vida legal, social, económica y cultural de los
habitantes que estaban dentro y fuera de ellos. De casi
todos los actos que afectaban a los individuos, desde el
nacimiento hasta la muerte, quedaban en tales centros firmes
testimonios. Los españoles introdujeron así en el siglo
XVI el poblamiento con sentido histórico. La escasa
capacidad para generar excedentes de las actividades agrícolas
del siglo XVI, sólo amplió en forma limitada la presencia
humana europea, puesto que era difícil impulsar a través
del comercio, el funcionamiento hacia afuera de la economía
que exigía la condición colonial. Esta situación adquirió
en el siglo XVII nuevas perspectivas con el desarrollo de la
ganadería y los cultivos de tabaco y cacao. Las
exportaciones de los productos que provenían de esas
labores, empezaron a constituir una base sólida para la
acumulación de riquezas que estimuló la explotación de
nuevas tierras e incitó el traslado de españoles a la poco
atractiva colonia venezolana de esos tiempos. Se vieron
también favorecidos estos 2 hechos por el fin, prácticamente
desde 1600 en la mayor parte del territorio, de la
cruenta guerra de conquista. Esta circunstancia fue decisiva
para el despliegue de la acción pobladora de los
misioneros, quienes en los años de paz se convirtieron en
los más activos
fundadores de pueblos y ciudades.
En
la primera mitad del siglo XVII el proceso poblador se
concentró todavía, casi exclusivamente, en las
áreas montañoso-costeras, donde la cría de ganado
mayor y menor, los cultivos de tabaco, algodón y caña de
azúcar estimularon las exportaciones de productos como
cueros, tabaco, azúcar, lienzo de algodón, los cuales
procedían, principalmente, de las zonas de la costa, los
valles de Aragua, las feraces tierras regadas por los ríos
Tocuyo, Turbio y Yaracuy, y los alrededores de Maracaibo. En
los Andes, el cultivo del trigo jugó en ese lapso un gran
papel en la expansión de su poblamiento y el del cacao
inició modestamente en ese aspecto el efecto que habría de
multiplicarse más tarde. Los asentamientos que ya existían recibieron el mayor
aliento de aquellas actividades. Caracas tornóse capital de
la gobernación y sede de la diócesis de Venezuela;
Barquisimeto, El Tocuyo, Valencia, San Sebastián,
Mérida, Trujillo, San Cristóbal y Maracaibo, se
transformaron en pequeños centros artesanales y
comerciales. Las fundaciones de nuevos núcleos antes de
1650 no fueron muy significativas, aunque superaron en número
a las que se efectuaron en el siglo XVI. Unos 40 pueblos y
villas, casi todos en el arco costero-montañoso, se
edificaron de 1600 a 1650 entre los cuales sobresalen
Turmero (1603), Timotes (1607) Sanare (1608), Barbacoas
(1610), Quíbor (1620), Guacara (1624), Niquitao (1625),
Nirgua (1628), Montalbán
(1630), Cumanacoa (1637), Barcelona (1638) y Carúpano
(1645). En la segunda mitad del siglo XVII se amplió el
esfuerzo poblador de los españoles, particularmente a través
de los misioneros franciscanos. Ese dinamismo fue el
resultado del auge de las exportaciones de cueros, cacao y
tabaco. El desarrollo de las faenas agropecuarias exigido
por esas exportaciones impulsó necesariamente el
poblamiento de las zonas más
aptas para tales labores. Los llanos altos, sobre
todo los occidentales y los centrales, vieron nacer
numerosos pueblos donde con cierta frecuencia coincidían la
cría de ganados y el cultivo del tabaco como fuentes económicas
fundamentales. En las tierras de los actuales estados
Barinas, Portuguesa, Cojedes y Guárico
surgieron por el esfuerzo casi exclusivo de los
misioneros, diversos asentamientos, entre los que resaltan
Cabruta (1643), Acarigua (1653), Chaguaramas (1653), Tinaco
(1658), San Juan de los Morros (1675), San Carlos (1677),
Mijagual (1680), Ortiz (1687), Pedraza (1610), Araure
(1659), El Pao (1691), El Baúl (1692), Altagracia de
Orituco (1694), Barinitas (1628) y Tucupido (1699). El
desarrollo de las haciendas de cacao y la presencia siempre
del tabaco y la ganadería en zonas de la cordillera del N,
estimularon la formación de centros poblados como Píritu
(1650), Clarines (1667), El Pilar (1674), Pozuelos (1680),
Charallave (1681), Cúa (1690), Ocumare del Tuy (1693),
Marigüitar (1694) y Maracay (1697). A pesar de que en el
siglo XVII se fundaron más de 120 pueblos y ciudades, la intensidad del poblamiento
venezolano en esta centuria no revistió caracteres
sorprendentes, lo cual se explica porque el crecimiento
demográfico fue
muy lento y la inmigración española se mantuvo en niveles
muy moderados. Caracas en 1696, que tenía más
de medio siglo como capital de la gobernación de su
nombre, apenas presentaba unos 6.000 h. Ninguna de las demás
ciudades alcanzaba esa cifra.
En
esos núcleos de escasas magnitudes brotó, no obstante, un
nuevo impulso económico cuyo efecto poblador se haría
sentir fundamentalmente entre 1700 y 1810. El incremento de
la actividad comercial exportadora que el cultivo del cacao
había venido estimulando, impuso en el siglo XVIII en
Venezuela, formas de producción directamente ligadas con
las operaciones económicas internacionales. En esta
centuria, el valor retornado de las exportaciones de cacao a
Nueva España bastaba para garantizar la formación de
fortunas capaces de movilizar nuevas fuerzas productivas. En
los centros poblados las transacciones comerciales se
tornaron más complejas
y variadas, gracias a la mayor capacidad de importación
adquirida. La población creció en esos núcleos a un ritmo
ligeramente más acelerado
que los observados anteriormente, por la influencia de la
dinámica demográfica
interna y de la inmigración española y africana.
Diversos asentamientos se desarrollaron hasta alcanzar, según
los valores de la época, dimensiones y vida verdaderamente
urbanas. En ciudades como Caracas, Maracaibo, Barquisimeto,
Cumaná, Barcelona,
Guanare, San Carlos, Barinas y San Sebastián
de los Reyes, se congregaban hacendados y ganaderos
prósperos, factores y cargadores que exportaban frutos
coloniales (cacao, tabaco, cueros, añil) e importaban
productos españoles y mexicanos (vino, aceite, ropas,
frutas secas, licores, oro y plata amonedados, pólvora,
harina, loza). El vigor adquirido por el quehacer económico
de las ciudades del siglo XVIII, acrecentó sus funciones
políticas, administrativas, culturales, religiosas y
militares, hasta el punto que la mayoría de los núcleos
urbanos se convirtieron en centros dominantes de las zonas
vecinas. Aquel conjunto de circunstancias volcó nuevamente
hacia la región montañoso-costera la energía pobladora,
al propiciar el aumento del número de habitantes de casi
todas sus ciudades y al hacer emerger numerosas localidades
en las tierras cuyo aliento económico provenía
directamente del cacao (costa de Caracas, valles del Tuy,
entrada de los llanos), el algodón, el añil y el azúcar
(valles de Aragua), el ganado y el contrabando (valles y
serranías de Coro). Por ello en el período del predominio
del cacao, sobre todo después de 1750, muchos núcleos
urbanos de aquella zona sobrepasaron los 5.000 h y algunos
llegaron por primera vez a tener más de 10.000, como puede verse en los siguientes datos:
-------------------------------------------------------------------------------
Ciudades
Año
Poblac.
Año
Poblac.
-------------------------------------------------------------------------------
Caracas
1772
18.669
1800
40.000
Maracaibo
1775
10.312
1801
22.000
Barquisimeto
1779
8.777
1804
11.300
Cumaná
1792
10.740
1800
12.000
Mérida
1780
7.000
1804
11.500
El
Tocuyo
1777
7.959
1804
10.200
Barcelona
1773
3.762
1804
14.000
Valencia
1782
7.237
1810
10.000
Coro
1773
5.823
1804
10.000
-------------------------------------------------------------------------------
Los
pueblos costero-montañosos formados bajo la nueva dimensión
agroexportadora venezolana se ubicaron fundamentalmente en
las áreas que
hoy corresponden al Distrito Federal y a los estados
Miranda, Carabobo, Falcón, Trujillo, Lara y Zulia. El
cultivo del cacao estimuló allí, directa o indirectamente,
la formación entre 1700 y 1810, de asentamientos como
Guatire (1701), Canoabo (1704), Naiguatá
(1710), Santa Lucía (1710), Güigüe (1711), Villa
de Cura (1717), Curiepe (1732), Caucagua (1732), Panaquire
(1737), Macuto (1740), Urama (1723), Dabajuro (1775), Los
Teques (1777), Higuerote (1790), Río Chico (1790) y Villa
del Rosario (1800). En este período quedó definitivamente
estructurado el poblamiento de la faja montañoso-costera.
Desde entonces, serán
los cambios en las magnitudes de las localidades ya
existentes los que reflejarán
los nuevos contextos socioeconómicos. Fuera de
aquella zona, el enriquecimiento producido por las
exportaciones de cacao incrementó entre 1700 y 1810 el
poblamiento de los llanos y la Guayana, porque permitió a
muchos hacendados centranos invertir en el establecimiento
de hatos en las comarcas llaneras, y a las Arcas Reales,
suministrar a los misioneros mayores recursos para sus
diligencias pobladoras en la amplia cuenca del Orinoco. En
las llanuras que actualmente corresponden a los estados Anzoátegui,
Apure, Guárico, Barinas, Monagas, Cojedes y Portuguesa se fundaron núcleos
que conservan una inconfundible vocación ganadera, como
Maturín (1760), Nutrias (1711), Calabozo (1723), El
Sombrero (1725), Pariaguán
(1742), Zaraza (1740), Guasdualito (1750), Tinaquillo
(1769), Achaguas (1774), Guanarito (1768), Valle de la
Pascua (1772) y San Fernando de Apure (1789). Fue este período
para la región de los llanos el de mayor aliento poblador,
ya que durante el mismo surgieron allí unos 100 pueblos,
los cuales comunicaron al hábitat
llanero la estructura que aún mantiene. En la
Guayana, donde casi no hubo durante los siglos XVI y XVII
aporte poblador hispánico,
sembraron los misioneros entre 1700 y 1810 unos 30 núcleos,
muchos de los cuales, con el correr de los años, se
transformaron en los componentes esenciales del escaso
poblamiento guayanés. Fue entonces cuando se edificaron en
la margen derecha del Orinoco y en las riberas de sus
principales afluentes, Las Bonitas (1730), Maripa (1737),
Upata (1739), La Urbana (1746), Guasipati (1757), San
Fernando de Atabapo (1764), Caicara del Orinoco (1767), y
Tumeremo (1788). En ese período, incluso, la vieja Santo
Tomé de Guayana fue trasladada, con el nombre de Angostura
(1764), al sitio que hoy ocupa como Ciudad Bolívar. Entre
los rasgos esenciales del hábitat
que impuso la economía exportadora venezolana basada
en el cacao, se destaca la profundización de la
desequilibrada distribución geográfica
del poblamiento que venía desde los tiempos
precolombinos. La franja montañoso-costera acaparó más
del 55% de unos 280 núcleos que se fundaron entre
1700 y 1810, y se absorbió la mayor parte del incremento de
la población producido por las nuevas condiciones. En ese
lapso, además, la
pequeña zona del centro-norte (Distrito Federal y estados
Aragua, Miranda y Carabobo) empezó a constituirse, dentro
de aquella franja, en un
área con una intensa ocupación del espacio. La
presencia allí de los principales cultivos de significación
comercial y el acceso relativamente fácil
a la vía marítima, dotaron a ese pequeño
territorio de la carga de fuerzas productivas más
densa de Venezuela. Caracas, que fue su foco mayor,
comenzó también a despegarse de las demás ciudades venezolanas, para transformarse luego en el centro
dominante del poblamiento de todas las regiones.
La
prolongación de la economía agraria entre 1810 y 1925
mantuvo las características esenciales que la repartición
de los asentamientos humanos exhibió en el siglo XVIII. La
faja costero-montañosa siguió concentrando la mayor parte
de los habitantes, puesto que la sustitución del cacao por
el café como primer producto de exportación, no sacó de
esa faja la carga fundamental de fuerzas productivas. Dentro
de ella, sin embargo, la pequeña zona del centro-norte
disminuyó su importancia demográfica,
mientras que la región de los Andes la aumentó,
como consecuencia de aquella sustitución. El centro-norte
del país, que en 1847 alojaba en sus pueblos y ciudades el
37,8% de la población, redujo esa proporción a 22,2% en
1920, cuando comenzaba a opacarse la Venezuela agropecuaria.
En los Andes esos valores variaron en los mismos años de
11,4 a 18,6%. Con todo, el centro-norte conservó, e incluso
amplió particularmente a través de Caracas, su posición
dominante. Ese breve espacio, de apenas 20.944 km2,
profundizó en el transcurso del siglo XIX su función de
centro primordial de contacto con el exterior, lo cual le
concedió importantes ventajas. Los puertos de La Guaira y
Puerto Cabello afirmaron su predominio en la actividad
exportadora, y Caracas permaneció como el foco de un gran
comercio que realizaba con toda Venezuela y con naciones
extranjeras, tal como lo señaló Agustín Codazzi en 1841.
Las áreas de más
intenso poblamiento continuaron, por tanto, entre
1810 y 1925 en la faja costero-montañosa, puesto que allí
estaban los espacios de mayor actividad económica y social.
En aquella franja, como corolario de las actividades señaladas,
se produjo la acción pobladora más
importante del período citado, tanto por las nuevas
localidades que surgieron, como por el desarrollo de las ya
existentes. De unos 150 pueblos que se fundaron entre 1810 y
1925, se ubicaron en el arco montañoso-costero más
de 75, de los cuales la mayor parte fue absorbida por
la zona del centro-norte y la región de los Andes. No
fueron los más de
estos núcleos de gran significación económica o demográfica;
algunos de ellos desaparecieron y muchos sobreviven
como simples caseríos. Con las excepciones moderadas de
Caracas y Maracaibo, el crecimiento de los centros poblados
no fue más relevante
que la creación de aquellos pueblos. Pocas localidades
lograron, en realidad, dimensiones importantes. Sólo 10
ciudades costero-montañosas presentaban en 1926 más
de 10.000 h, y de ellas las 4 siguientes fueron las
únicas que alcanzaban más de 20.000:
-----------------------------------------------------------------
Ciudades
Población
en 1926
-----------------------------------------------------------------
Caracas
(área metropolitana) 167.941
Maracaibo
74.767
Valencia
36.804
Barquisimeto
23.109
------------------------------------------------------------------
En
los llanos y la Guayana, el período dominado por la
exportación del café no fue un gran poblador. En ambas
regiones, los asentamientos que ya existían se estancaron y
sólo en la primera de ellas tuvo cierta importancia la
fundación de nuevos núcleos, ya que allí aparecieron
entre 1810 y 1925 unos 60 pueblos. Pero éstos ejercieron
poca influencia en el poblamiento llanero, salvo los caseríos
de Palmarito (1842), El Amparo (1856), Elorza (1859) y
Bruzual (1875) que se constituyeron en núcleos de alguna
influencia en el escaso hábitat
apureño. Ninguna de las ciudades llaneras pudo en la
Venezuela del café, subir siquiera a 10.000 h. San Carlos,
que fue la más importante, llegó apenas en 1926 a 6.789 almas. En la región
de Guayana la actividad pobladora fue tan limitada entre
1810 y 1925 que sólo es digno de mencionarse en ese período
la fundación de El Callao (1853) y el desarrollo demográfico
de Ciudad Bolívar, la antigua Angostura, que de
6.600 h que tenía en 1800 pasó a 16.762 en 1926. El breve
progreso del poblamiento entre aquellos años no correspondió
al nivel de los recursos que generaron las nuevas
exportaciones. La Guerra de Independencia alteró,
indudablemente, en la primera mitad del siglo XIX las
interacciones normales que se establecen entre los procesos
productivos y los demográficos.
Ese conflicto redujo la población aproximadamente en
un 30% e impidió la formación de no pocos núcleos y la
expansión de algunos asentamientos, sobre todo en los
llanos, que fue una de las regiones más
afectadas por aquella contienda. Agregóse a esa
causa despobladora el terremoto de 1812 y los frecuentes
brotes de paludismo, viruela y otras enfermedades que
redujeron aún más las
menguadas dimensiones de muchas localidades. La Guerra
Federal, las epidemias desoladoras y los continuos
enfrentamientos fratricidas empeoraron después de 1850 el
cuadro anterior, por lo que resulta casi sorprendente que
entre 1810 y 1926 Caracas y Maracaibo hubiesen obtenido las
dimensiones citadas.
Después
de 1925, cuando el valor retornado de las exportaciones de
petróleo sobrepasó el de las agropecuarias, se inicia en
Venezuela un modelo de poblamiento opuesto en muchos
sentidos a los que prevalecieron en las etapas precedentes.
Ese modelo, por responder a condiciones de producción
basadas en el trabajo no agrícola, reflejó
fundamentalmente el ensanchamiento enorme de la vida urbana
a través de la expansión rápida
de un gran número de pueblos y ciudades. El
mecanismo de ese proceso ha consistido en la orientación
hacia los principales centros poblados de los recursos económicos
y financieros que se derivan de la exportación petrolera.
En esa evolución se distinguen 2 fases que se extienden
antes y después de 1945. En los primeros 20 años de amplio
dominio de la renta petrolera, el nuevo esquema de ocupación
del espacio geográfico
comenzó a operar tímidamente, pues seguían
actuando diversos obstáculos de
la Venezuela anterior. En general, el cuadro epidemiológico
desfavorable persistía, al igual que la crónica ausencia
de medidas concretas para atraer la inmigración extranjera,
por lo que el incremento demográfico
antes de 1945 se mantuvo en niveles modestos. Ese
crecimiento fue, en gran parte, absorbido por las ciudades
mayores que empezaban a concentrar los abundantes recursos
provenientes del subsuelo y a atraer a los pobladores
rurales de todas las regiones. Caracas descolló en este
aspecto y por eso ya en 1941 ascendió a 354.138 h en los límites
de su área
metropolitana. Fue en este período cuando la combinación
formada por el petróleo y el paludismo menguó muchos
pueblos y pequeñas ciudades de los llanos, los valles de
Aragua, los Andes y los valles del Tuy. En la fase posterior
a 1945 se profundizó la formación de grandes ciudades,
pero al mismo tiempo se multiplicaron las medianas y pequeñas,
como consecuencia de la elevación del crecimiento demográfico
que fue consecuencia de la desaparición del
paludismo y otras endemias y epidemias, y de un aporte
significativo de inmigración europea y latinoamericana. En
1971 había ya 100 ciudades con 10.000 y más
habitantes, las cuales abarcaban el 65,2% de la
población venezolana. De ellas, 10 eran centros con
dimensiones superiores a 100.000 personas cada uno, entre
los que resaltaba Caracas con más
de 2.000.000. El constante aumento de los ingresos
petroleros y la permanencia de altas tasas de aquel
incremento, terminaron por formar en este período un
poblamiento bastante denso en algunas áreas de la faja costero-montañosa, como la pequeña zona
del centro-norte, la parte noroccidental y la costa oriental
del lago de Maracaibo, los Andes, la zona costero-oriental y
los valles de los ríos Tocuyo, Turbio y Yaracuy. En esas
regiones, algunos viejos núcleos, casi todos fundados en el
siglo XVI, alcanzaron en 1990 magnitudes demográficas que nunca imaginó la Venezuela agropecuaria, como se
contempla en las ciudades que se mencionan a continuación:
---------------------------------------------------------------------------
Ciudades
Población en 1990
---------------------------------------------------------------------------
Caracas
(área metropolitana) 3.433.000
Maracaibo
1.249.670
Valencia
903.621
Barquisimeto
625.450
Maracay
354.196
Barcelona
221.792
San
Cristóbal
220.675
Cumaná
212.432
Mérida
170.902
----------------------------------------------------------------------------
En
las demás zonas
del país la población se ha inclinado también a
concentrarse en grandes centros urbanos, sobre todo después
de 1960. El surgimiento de estrategias de desarrollo impulsó
después de ese año el mejoramiento económico y social de
las diferentes regiones a través de programas concretos de
inversión. En los llanos se ensancharon numerosas ciudades
que no pasaban de dimensiones casi aldeanas, como Maturín,
Barinas, Guanare, Acarigua, San Carlos, Calabozo, San Juan
de los Morros, San Fernando de Apure. Las más
de ellas superaron después de 1990 los 70.000 h, e
incluso Maturín tiene ya más
de 200.000. En la región de Guayana, las
considerables inversiones realizadas en la explotación del
hierro, la industria siderúrgica y el aprovechamiento
hidroeléctrico del río Caroní, hicieron emerger el más
importante poblamiento urbano que haya alcanzado
nunca esa zona. Crecieron sus viejos centros poblados y
brotaron algunos nuevos. Ciudad Bolívar, que en 1941 se había
reducido a menos de 20.000 h, sobrepasó en 1990 las
225.000, y campos mineros formados después de 1950, como
Puerto Ordaz y su barrio Castillito, Matanzas y Caruachi se
ampliaron rápida y
desordenadamente. Con esas comunidades y la localidad de San
Félix se fundó en 1961 una ciudad con el histórico nombre
de Santo Tomé de Guayana, cuya población en 1990 era
superior a 450.000 h.
La
Venezuela del petróleo, al concentrar sus grandes recursos
en las ciudades, inauguró y afianzó el predominio del hábitat
urbano. Durante todas las etapas económicas
anteriores, el poblamiento rural ejerció un dominio
absoluto en todo el territorio, hasta el punto que todavía
en 1926, cuando comenzó a preponderar el ingreso petrolero,
los pobladores rurales representaban el 85% de la población
total, según se observa en las proporciones de población
rural y urbana de diferentes años:
----------------------------------------------------------
Años
Población rural
Población urbana
----------------------------------------------------------
1926
85,0%
15,0%
1936
71,1%
28,9%
1950
52,1%
47,9%
1961
37,5%
62,5%
1971
26,9%
73,1%
1990
15,9%
84,1%
----------------------------------------------------------
Aquellas
nuevas situaciones no han logrado, sin embargo, introducir
cambios notables en la distribución geográfica
del poblamiento, ya que la tendencia secular de los
habitantes a concentrarse en la franja costero-montañosa se
ha profundizado, de acuerdo con esta repartición de la
población en las 3 grandes zonas del país:
---------------------------------------------------------------------------------------------
Zona
1873
1920
1936
1950
1971
1990
---------------------------------------------------------------------------------------------
Costa-montaña
65,6%
74,2%
76,8%
79,7%
80,1% 78,8%
Llanos
31,2%
21,1%
19,1%
16,8%
16,1%
5,8%
Guayana
3,2%
4,7%
4,1% 3,5%
3,8%
5,4%
---------------------------------------------------------------------------------------------
La
evolución más reciente
observada en el tamaño de los centros urbanos de los llanos
y la Guayana, parece indicar que aquella tendencia en la
ubicación del poblamiento venezolano se modificará,
si se intensifican las acciones económicas que están
cambiando en esas regiones las dimensiones de las
ciudades.
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