Seccion:
Tradiciones Folklore y Valores de Venezuela
Danzas
y bailes
Bailes y danzas afrovenezolanos
En el terreno de la danza se pueden señalar
espacios o etapas en el proceso intercultural que se ha
venido manifestando en los grupos afrovenezolanos. La
llegada de africanos a Venezuela, específicamente en la
zona de la costa, durante los años de la Colonia;
posteriormente de antillanos, en su mayoría de Trinidad,
atraídos por el auge de la explotación de oro en EL Callao
(Edo. Bolívar); y más
recientemente, la continua interculturación entre
Curazao, Bonaire y otras pequeñas islas cercanas a la costa
de Falcón, han dejado huellas culturales que se expresan
claramente a través de manifestaciones folklóricas y
populares identificadas en esas regiones. Los primeros,
llegados con los españoles desde el siglo XVI, cimentaron
conocimientos de su propia cultura con la europea; mediante
una simbiosis entre la fe cristiana y las religiones
africanas. Las innumerables fiestas que se producen año
tras año en los estados Zulia, Miranda, Yaracuy, Aragua,
Carabobo y en el Distrito Federal, es la respuesta a la dinámica
que se establece entre el intercambio de valores
culturales de ambas entidades. El homenaje a diversos santos
del cristianismo, los modos y estilos de origen africano,
reflejados en los cantos, instrumentos musicales, patrones
de movimientos centrados en la pelvis, así como la
organización de cofradías y asociaciones, son algunos de
los elementos que distinguen estos grupos. Los segundos
traen con su tradición antillana la mezcla del lenguaje autóctono
con el inglés, distintos instrumentos musicales y en
general, costumbres diferenciadas de los anteriores; el
motivo de sus bailes difiere, ya que éstos,
fundamentalmente, se realizan por carnaval y últimamente,
para celebrar a la Virgen del Carmen, el 16 de julio. Los
terceros se identifican de igual modo por el uso de
instrumentos de percusión, por el movimiento centrado en la
pelvis; su actividad, netamente popular y secular, se puede
producir en cualquier época del año. Los 3 grupos antes
mencionados llegan al país por vías diferentes y en un
tiempo y espacio distantes entre sí; no obstante, la dinámica
de sus costumbres y la fuerza de su cultura
enriquecen constantemente el patrimonio artístico
venezolano.
Las expresiones afrovenezolanas más representativas son: los tambores de San Juan, que ocupan casi
toda la zona costera del país especialmente los estados
Sucre, Miranda, Aragua, Carabobo y Yaracuy; y los chimbángueles
de San Benito, ubicados en el estado Zulia. Otras
manifestaciones también de raíz africana, pero de origen más
reciente (finales del siglo XIX) se encuentran
esparcidas en el resto del país, como por ejemplo el
calipso, proveniente de las Antillas, muy difundido en Güiria
(Edo. Sucre) y El Callao (Edo. Bolívar). En la época de la
Colonia se originó la devoción a San Benito de Palermo,
primer negro canonizado, quien nació en San Fratello y murió
en Palermo, Italia en 1589. El
área devocional de este santo no sólo abarca el
estado Zulia, sino también parte de los estados Falcón, Mérida,
Trujillo, Barinas y Portuguesa. En el estado Zulia la
festividad se expresa a través de los chimbángueles,
voz de origen angolesa proveniente de Imbangala. Según
Juan D. Martínez Suárez,
el chimbángueles se gestó en el pueblo de San Pedro, por iniciativa de un
esclavo quien «...gracias a los conocimientos que traía de
su aldea africana ubicada en el reino de Imbangala, hacia el
occidente de Angola, inicia el culto a Ajé, deidad
africana, mediante rituales que contenían cantos, rezos y
toques de tambor. Así comienza una religión enriquecida
por los aportes y experiencias que cada seguir iba
incorporando». Los años de inquisición religiosa impuesta
por parte de los colonizadores favoreció el lento
desplazamiento de creencias y deidades africanas traídas en
el complejo cultural de los esclavos: es así como San
Benito de Palermo desplaza a Ajé, ya que «las fiestas de
navidad de origen europeo las ejecutaban los blancos y
algunos de sus esclavos, pero los tambores dedicados a Ajé
o San Benito, sonaban desde octubre, pascua florida, hasta
la venida de los Reyes Magos (enero 6)». Actualmente el término
chimbángueles es
utilizado para designar el conjunto de cantos, golpes de
tambor y bailes, que cumple una función devocional y
festiva durante el culto en honor a San Benito. Fiesta de
San Benito: Las organizaciones responsables de la celebración
de San Benito en los pueblos de Gibraltar, Bobures y El
Batey, al sur del lago de Maracaibo, efectúan una serie de
cortesías donde se dispensan mutuas visitas antes de la
celebración de su fiesta. Comenzando el 26 de diciembre,
los vasallos, capitanes, abanderados y mayordomos, realizan
un ritual de bienvenidas y despedidas por las calles y
plazas de esos 3 pueblos, finalizando con la asistencia de
los 3 San Benito a la misa mayor y con las visitas a las
casas de promeseros y personas de la organización de sus
respectivos santos. El 31 de diciembre, víspera de Año
Nuevo, cada quien se dirige a su hogar a festejar el último
día del año en familia. En Bobures, las actividades
comienzan bien temprano, con el sacrificio de las reses que
servirán de
alimento para los invitados y visitantes del Año Nuevo.
Para la recepción de los santos visitantes los tamboreros,
abanderados y capitanes de Bobures, se reúnen para
organizar los actos de ese día. Más
tarde van a la iglesia y sacan al santo en procesión
hacia la entrada del pueblo, delante de la cruz mayor, donde
esperan a San Benito del Batey y de Gibraltar.
Una vez en el sitio los santos retroceden, se
aproximan, se inclinan en una especie de reverencia,
retroceden de nuevo y dan una vuelta sobre ellos mismos,
siempre con sus respectivos abanderados, presidiendo las
mudanzas al ritmo del golpe de tambor. La procesión continúa
por las calles del poblado hasta llegar al cementerio, desde
allí siguen para visitar las casas de algunos devotos.
Después de unas 10 horas de baile al ritmo de los golpes de
«chocho» antes de salir de la iglesia y de «ajé» al
salir a la calle, cambian el ritmo por el de «chimbanguelero
vaya» continuando la marcha con cortas paradas. Una vez
finalizado el recorrido por las calles de Bobures se realiza
la ceremonia de despedida, la cual se desarrolla delante de
la iglesia. El santo de Bobures acompaña de nuevo a los
santos visitantes hasta la cruz mayor, para después
regresar como a la una de la madrugada a la iglesia
conducido por sus vasallos. Una vez colocado en su altar los
participantes regresan a sus hogares a descansar. Fiesta de
San Juan: Es celebrada durante el mes de junio en la
poblaciones de El Chino, Farriar, Palmarejo, Aguanegra y
Taria del municipio San Felipe, en el estado Yaracuy, donde
se realizan las fiestas de tambor en su honor las cuales son
tradición de la época colonial. Los tambores en el estado
Yaracuy son el cumaco, fabricado con un tronco hueco de 1,50
a 1 m de largo, el cual es acostado en el suelo; el
percutidor se sienta cerca del parche y lo toca con las
manos, en tanto el cuerpo del tambor es tocado por varios
hombres con los toricos o laureles. Las tamboras son pequeñas
con un solo parche y suelen llevarlas colgadas del hombro
durante la procesión y el sangueo del santo. Cada cantante
o músico lleva una sola maraca para acompañar el ritmo de
la percusión que comienza desde el atardecer del 23 de
junio marcando el inicio de la noche buena. El sangueo es un
movimiento continuo entre el santo y sus seguidores, el cual
se acompaña al compás
de un toque cadencioso, con las tamboritas y el canto
y con el cual se va de casa en casa en busca de los
pobladores para reunirse luego alrededor de los cumacos,
acompañados de los toricos y las maracas, cantando y
bailando hasta el amanecer. A la mañana siguiente muy
temprano, parten del pueblo hacia el río bendecido
previamente por San Juan, para mediante el baño colectivo
purificar los cuerpos y curar las penas. Finalizado el baño,
los pobladores regresan al pueblo a continuar el festejo,
asisten a la misa solemne, cantan sirenas o alabanzas antes
de iniciar la procesión, para después esperar la llegada
de promeseros de aldeas vecinas y luego iniciar el encuentro
y batalla de los santos. La parranda de San Pedro: Se bailó
por primera vez en la época de la Colonia, como resultado
de una historia, la cual contaba que una esclava llamada María
Ignacia había solicitado a San Pedro Claver, conocido como
apóstol de los negros, salvar a su hija Rosa Ignacia, víctima
de una penosa enfermedad. Al realizarse el milagro
solicitado, la esclava enloquecida de alegría bailó y cantó
ante el santo por no tener cosa mejor que darle. Fieles a la
tradicional leyenda, los peones de cañamerales y cafetales,
continuaron celebrando el suceso asistiendo a la misa
solemne todos los años el día de San Pedro, terminada la
cual, bailaban y cantaban en el altozano de la iglesia.
Después recorrían las calles y visitaban las casas de los
amos y personas principales, donde cantaban coplas alusivas,
recibiendo a cambio monedas y botellas de licor. Para ese día
los amos facilitaban sus levitas y sombreros de copa a sus
esclavos. En la comparsa, María Ignacia es representada por
un hombre trajeado con ropas de mujer, quien baila con una
muñeca de trapo entre sus brazos en recuerdo de la hija de
la esclava. Completa el conjunto de sampedreños, los
tucusitos, quienes fueron incluidos en la parranda durante
la Guerra Federal, y quienes simbolizan por los colores de
sus atuendos, los partidos liberal y conservador en una
innovación de los tiempos godos y liberales. Actualmente la
tradición continúa y todos los años, los 29 de junio,
salen los miembros de la parranda de San Pedro a celebrar la
misa mayor y más tarde
a bailar por calles y plazas de Guatire y Guarenas,
poblaciones del estado Miranda. El día de San Antonio: El
13 de junio de cada año se realiza en El Tocuyo y otras
ciudades del estado Lara, el baile del tamunangue; expresión
coreográfica que
consta de 7 sones llamados La Bella, Chichivamos, Seis
Figureao, Parrendenga, Poco a Poco, Juruminga y Galerón, de
una danza inicial de palos denominada La Batalla, la cual es
similar a «peleas con palos que se ejecutan en un contexto
mágico-religioso de
grupos étnicos de Senegal y Angola» y de una Salve final.
Según el investigador Juan Liscano, el tamunangue sustituye
la fiesta de San Juan en el estado Lara. San Antonio viene a
cumplir las veces del Bautista; es él quien preside el
advenimiento de las lluvias propicias a las siembras
efectuadas en el mes de mayo. El núcleo central de la
fiesta en honor de San Antonio es la misa solemne a la cual
asisten todos los promeseros, para después al son de la música,
iniciar la procesión del santo por todo el pueblo
realizando paradas en las esquinas donde se han colocado
altares alusivos de devotos por algún bien recibido. La víspera
se ha realizado el velorio al santo con cantadurías, rezos
por promesas, comidas y bebidas a la cual asisten muchos
devotos acompañando la imagen hasta el amanecer. Muy
temprano en la mañana del 13 se despierta el pueblo con
toques de campanas y fuegos de cohetería como anuncio del
gran día, en que una vez finalizadas las actividades de la
iglesia se dará comienzo al pago de promesas mediante la ejecución del
tamunangue, baile donde toda la comunidad participa. Otros
bailes de orden profano de origen africano llegaron a
Venezuela por otros motivos y en otras circunstancias, entre
ellos la expresión músico-bailable conocida con el nombre
de calipso. Esta especie musical y danzaria va a sufrir un
proceso de transformación a través del tiempo, ya que los
cantos y bailes de calipso que en un principio se originaron
en idioma ewe, ashanti, fon, ibos, lenguajes pertenecientes
a grupos étnicos de la costa occidental de África,
llegaron al Caribe (Nevis, Santa Lucía, Saint Vincent,
Granada, Trinidad, Martinica, Guadalupe) y poco a poco se
fueron transformando en aires caribeños. En 1870 llega a
Venezuela, específicamente a El Callao en el estado Bolívar,
un contingente de antillanos para trabajar en las minas de
oro de esa región. Este conglomerado antillano trajo
consigo su patrimonio cultural con cantos y bailes
constituidos por temas satíricos, testimoniales, sociales,
etc., y danzas con movimientos sensuales, organizados en
sencillos pasos adaptados al colectivo con el nombre de
comparsas. Estos rasgos culturales se incorporaron al
proceso global que tuvo la naciente población minera. Desde
principios de este siglo la comunidad afroantillana
venezolana, afincada en la región sur del país, se ha
convertido en uno de los más
populares y conocidos por la celebración de sus
carnavales. Para la celebración de estas fiestas se ensayan
infinidad de comparsas, las cuales representan distintos
temas creados especialmente para la ocasión. Los
componentes de una comparsa incluyen música, texto y
movimiento. Los trajes creados de acuerdo con el tópico
seleccionado, así como las tradicionales «madamas»,
quienes aparecen como madrinas para dar alegría a las
fiestas de carnaval y al calipso recién creado. En el
estado Sucre el calipso se va a dar de otra manera y va a
tener un origen básicamente
distinto aunque su procedencia es de las mismas
Antillas. En la última década del siglo XVIII cuando la «Corona
española permitió el asentamiento de hacendados franceses
con sus esclavos en las tierras vírgenes de la isla de
Trinidad, el carnaval fue introducido, el patois llegó a
ser el idioma corriente y las costumbres españolas fueron
remplazadas por costumbres traídas de las islas cercanas».
En los albores del siglo XIX muchos de esos franceses y españoles
se vinieron con sus esclavos hacia las costas de la península
de Paria, en Venezuela, a raíz de haber sido entregada la
isla de Trinidad a los ingleses por el reino de España.
Pueblos como Yaguaraparo, Irapa, San Lorenzo y Güiria entre
otros, fueron en su inicio grandes haciendas, de los cuales
el pueblo de Güiria es el más
conocido actualmente, por su fiesta de carnaval y
como mayor representante de estas manifestaciones en toda la
región. Mucha gente se moviliza hacia el lugar para
disfrutar unos días de diversión, inclusive de Trinidad y
Tobago, debido a la cercanía de estas islas de las costas
venezolanas. En Güiria el calipso se interpreta con el
steel band oriundo de trinidad, donde la pana es el
instrumento musical principal. Éste está
construido con un barril metálico
que produce alrededor de 30 sonidos distintos, recrea
los ritmos antillanos venezolanos para bailar o cantar. Los
tambores de Yaguaraparo: Es un baile que se realiza en esa
población durante el mes de diciembre hasta el día de
Santa Inés el 21 de enero; también durante las fiestas
patronales del 24 de junio, día de San Juan. De procedencia
africana antillana estos tambores de tipo tamunango, son
percutidos en número de 2 o más;
el ejecutante se sienta colocándolo
entre sus piernas, apoyado en el suelo o colgado
sobre el hombro durante el baile por las calles. El cortejo
de las parejas a la vez que es independiente, se realiza con
pequeños movimientos de cadera y esguinces en tanto giran y
se desplazan. Los jóvenes de Yaguaraparo están
muy interesados en aprender, continuar y difundir
esta tradición de su pueblo quizás
más antigua que el calipso, ya que quedan pocos ancianos que
conocen los toques y los movimientos de estos bailes de
tambor. Completa esta selección de especies
afrovenezolanas, el tambor veleño y coriano del estado Falcón,
los cuales están en constante difusión y crecimiento por su inalterable
intercambio cultural con las islas vecinas de Bonaire y
Curazao.

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